Niña - Mujer


Para Fernanda: en dónde sea, espero que no estés llorando...

Una niña-mujer llora desconsoladamente, aproximadamente 15 años atestiguan su desolación; uno trata de calmarle el ánimo, de dar cariño a su tierna y dulce mirada, de decirle que ya todo ha pasado. A ella no le importan las tontas artimañas que uno puede armar para hacerla reír.

No la conozco, es cierto, pero cuánto me hubiese gustado tratarla en otro tiempo mejor: en uno en dónde sólo sean esos caballos azules que tanto le gustan, en uno dónde no se pueda marcar con rojo mis pensamientos débiles de hombre. Cabellos revueltos, lentes de lunas opacas, uñas y pómulos rosados: todo en ella evidencia soledad.

Sus ojos de mujer prematura me dicen que me largue, sus labios de mujer decente me gritan groserías, las caricias de una mano -que en algún momento tocaron las mías- son ahora recónditos recuerdos de un fémina en llantos alborotados.

No. No puedo hacer nada, no me toca a mí ayudarte, no puedo hacer más que contemplarte. y quedarme pasmado, maldiciendo el puto momento en que ví a una niña-mujer llorando sola.

Está bien, me largo, pero por favor, no te quedes tan sola, no llores tanto, no te sientas tan mal...



Recuerda que todavía estamos quienes te queremos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Colorezco,Azulezco,B.eezco"
"niñezco y mujerezco"
...lágrimas de una niña-mujer
sin-ser única simbolizante de muchas...

Cabellos revueltos por el viento, sin necesidad de lentes…ya no!, montada en uno de aquellos legendarios caballos AZULes…
Acaso así podría ser feliz…

solitaria en un mundo lleno de eremitas compartiendo una misma soledad sin siquiera saberlo…(las barbaridades, lo comprendes)
Y… ¿Qué hacer? ¿Lo posible? ¿Lo imposible? ¿Nada?
No sé…
En su momento ya se vio… ya lo viste… y que hiciste…”eqndlqepqsugdpm”



seguirás maldiciendo?

Al final ¿Quién eres tú y quién soy yo?


Azul B.

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Tú eres azul: aquel color que de niño solía escojer, aquel estado que asumo al purificarme con un cigarro, aquella melancolía nocturna que esntablo con mi guitarra.

Yo soy el hombre extraño: aquel ser que se olvidó de caminar por detenerse a contemplar unas mariposas; aquel hombre que empezó a besar todo, tan sólo por querer sembrar amor; aquella imitación simple de un rezago de historia.

Sí. Voy a seguir maldiciendo, eso es innato a mí.