Sueño despierto...

Me miro al espejo, y en él veo alguna imagen irreconocible, intangible, poco diáfana. El espejo es inmenso, se rompe. Las esquirlas se empotran en algún objeto que parece ser mi mano. Sangre. El rojo líquido forma una corriente a mis pies que sigo desesperadamente; asustado he cogido mi mano y la he juntado a mi pecho. La he envuelto en una tela blanca, para así formar mariposas rosas. Mi mano ha dejado de sangrar. La corriente es larga, me sumerjo en ella y nado infinitamente, llego a la orilla de un monte azul y enlodo mis pies –frágiles pies- con cierto material que encuentro a la orilla. Subo el monte, en él encuentro árboles disecados, una mujer que no conozco me llama. La escucho y se lanza contra mí. Terror. Descubro sus senos –frágiles senos-, navego en ellos. Me interno por concupiscencias jamás descubiertas por hombre alguno, inhalo olores paradisíacos, pruebo manjares divinos. Me detengo. Abro los ojos, miro al cielo. No hay mujer, no hay montes, no hay senos, no hay corrientes, no hay sangre. Hay cierta sombra que ilumina a la luz, cierta oscuridad que relaja luminosidad: contradicciones. Mi mano toca mis pulmones, extraigo un poco de tabaco; mi mano toca mis pies, extraigo un poco de cera; mis manos se tocan entre sí. Fumo un cigarrillo que nunca acaba –gran delicia-. Bebo agua cristalina, pura; mis manos empozan al líquido vital, la emulsión disolvente, el elemento asociador. Me veo reflejado en él. Me miro, examino la barba, los codos, el cabello andrajoso, las pestañas sin desgastar, mis uñas sucias y los pies. El agua se ha solidificado, ahora es espejo. Este se rompe y las esquirlas se empotran en mi mano…

2 comentarios:

José Arroyo dijo...

Espejos flexibles y ondulantes son los que nos regala la naturaleza sin necesidad de una gran industria; en ellos nos vemos tan puros como el agua que los forma. Cuando hay un temblor, el espejo cristalino refleja los latidos de la tierra, el ánimo de su alma... y los rostros se distorsionan en el espejo: la tierra nos regala el miedo; pero, ¿será miedo al temblor?, ¿o será miedo al reflejo distorsionado de nosotros mismos?

Me gustan los círculos, me gustan más las hélices cilíndricas (que torpemente son llamadas espirales).

Anónimo dijo...

...También sueño despierta, voy andando con los pies a paso raudo una vez más, mientras mis ojos no se apartan de la lejana gran estrella que las nubes cubren, no me fijo en nada más,nadie interesa.Mis pasos siguen rápidos, pero de pronto debajo de la estrella aparece un niño que mira al horizonte inmenso, intuyo la espera que guarda, las ganas inmensas de correr a abrazarlo y decirle que no esta solo me embargan. El infinito me abarca y el corazón se arremolina y se infla de una emoción extraña me confunde, es a mí a quien saluda?pienso al pasar y es entonces que
y sin embargo mis pies no se ahn detenido