Yo canto...

Por que en estos tiempos en que escribir se vuelve un romance, el coqueteo de un melancólico joven -tonto él- con su triste lapicerito azul. Juega a ser libre, a sumar adversidades, a romper sueñitos frívolos de acomodado bienestar.
Por aquellos adolescentes que juegan a amarse: abrazados, tiernamente estrechados entre saliva, semen y sudor. Acaloradamente buenos, agriamente sensibles. Amantes contemporáneos de apegos nocturnos.
Por los libros buenos y bonitos; que cuestan una fortuna, que siempre son difíciles de entender, que tienen hermosas cubiertas de tapa dura y papel fino, que no puedo comprar con la agitada, económicamente difícil y reducida vida estudiantil.
Por los versillos sueltos de poetas olvidados en vida, de escribidores que garabatearon sus mejores obras -sus destacadas producciones- entre tragos baratos y cigarrillos cargados.
Por las fáciles mujeres que cada vez son más fáciles de hallar: sensibles al tacto, sensibles al falo, sensibles a cualquier estupidez perceptiva. Mujeres que estremecen, mujeres de fuego y de nieve.
Por esas hostias malgastadas en alimentar las vísceras de un agnóstico creyente. Paradójico él, reservado, atraído por sombríos recuerdos inexistentes.
Por esos hombres que viven sin saber porqué, que trabajen sin saber para qué: conformados, sufridos, resignados a una opresión singular, a un poder omnipresente.
Por las miradas libidinosas de una estudiante, de una fémina con ardor sexual…
Por los caminantes que se hacen camino al andar.
Por las malas guitarras, los malos trovadores; por los desgraciados poetas.
Por los alegres novelistas.
Por los incipientes instantes de felicidad,

de libertad,
de utópicas realidades.


Por todo ello, yo canto.

2 comentarios:

Pablo Villanueva H. dijo...

me gusta el jueguito de adolescentes... pero no cantaría mientras lo juego... derrepente la desanimo.

Anónimo dijo...

asu ese tal grunge es otro de tu tipo jajajjaja