Obsesiones


Gabriela pregunta sobre mis obsesiones, hasta antes de tu interrogante, no había indagado sobre estas insuficiencias que me hacen un hombre apasionado, instintivamente bueno, un humano extraño...


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Cuando cumplí la mayoría de edad sentimental (que fue mucho antes de los dieciocho años), me percaté de ciertas inestabilidades que usurpaban el libre fluir de ese pensamiento tan trillado que se materializa en mis actos: sentí soledad, melancolía, energía a punto de estallar, me sentí grandemente pequeño, contradictorio, mentiroso, viviendo de una manera curiosamente humana. Fue exactamente ahí, que me percaté de la obsesión casi enfermiza que poseía, creo que la primera obsesión de la que me percaté, fue la que tuve con ser hombre.
Hablo de un hombre maduro, de un ser distinto. Yo intentaba ser serio, pensante, menos irónico, quería mostrar a los demás que mi edad mental era superior a la suya, quería enseñarles mis dotes, mis ganas, mis formas de actuar hombríamente... pero fracasé en el intento.

Decepcionado, me obsesioné con los placeres propios de mi edad: amistades fraudulentas, mujeres encantadoras, cigarrillos brevísimos, colores, formas, esencias misteriosas, frases divagantes... pero prontamente me aburrí de ellos.

La inestabilidad se convirtió en una forma de obsesión –ésta aún perdura-, pero gracias a ella descubrí otras obsesiones que desenmascararon ciertas caretas mías: teatro, desarrollo, sexo, reclamos, ironías, literaturas, cafés, silencio, dioses, hombres, finales...

Por estos tiempos –insolubles, angustiosos, alegremente melancólicos- ando obsesionado con cierto cantautor cubano, de nombre Silvio; además la otra noche me obsesioné con Saramago, con Rubén Darío, con Guayasamín y con los Hamilton.

Me obsesionan los versos trillados que repito, las viejas canciones que aún canto, las palabras paradójicas que tanto me gustan, las miradas compartidas, los besos en las frentes, el dulce y el amargo.

Me obsesionan los chocolates con maní, los helados de fresa, las manos de mi madre, la convicción de Amérika, la fuerza de la niña en la otra noche, las lágrimas en mi hombro de cierta mujer que me angustia, los cigarrillos, el vino barato sanmarquino.

Me obsesiona el desarrollo, los libros que leo y no entiendo, el futuro incierto, el pesado pasado, las libertades restringidas, el amor compartido, mi amigo Lumier y mi amigo Alfredo, los cuentecillos de Jesús, las palabras de aliento de Allison, las prometedoras frases de Víctor, el estilo de Cottos, la dulzura de ella.

Me obsesionan tus escritos mujer, la forma tan simplificada en que él concibe la vida, mi padre, los odios, las mentiras, la puta hambre. Me obsesiona vivir atormentado, las pesadillas nocturnas que no me abandonan, el cansancio, las cuatro horas de camino, la quinceañera de vestido rojo, zapatos negros, cabello húmedo y corazón roto.

Me obsesionan las complicaciones que me hago, las mariposas que cazaba de niño y que hoy me molestan, mis asesinos, el estúpido que manipuló a Paula, el estúpido que manipuló a María, el estúpido que manipuló a Lorena -ese soy yo-.

Me obsesionan los amantes -a la antigua usanza-, los poenas de verso libre, las conversaciones desahuciadas, mis manos, mi guitarra rota, mis acordes viejos, mi frente y mi camino.


Me obsesiono yo.


5 comentarios:

Jus. dijo...

todo el mundo se obsesiona por algo...yo me obesesiono por las chicas de ojos marrones...cuidese

Cesar Antonio Chumbiauca dijo...

Seguro sentirá usted un gusto profundo por una barra crocante rellena de chocolate: Obsesión.

Anónimo dijo...

vaya forma de decirlo Cesar, aquella barra de chocolate...crea usted que ello si es bueno (en la mayoria de ocaciones)

halfing dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
halfing dijo...

qoentre tantas obsesiones queda el peligro de perderlas todas...
sus obsesiones crearan muchas puertas y a la vez cerraran muchas mas...sabe entre tanto mundo de creaciones, cigarrillos, compañeros, mujeres, habilidades...
ud. se ha forjado. Imposible dar marcha atras.
por otro lado valla forma de dar pistas sobre el ser detras del computador.