Pentacálogo Sanmarquino: TERCERA PARTE.


TÍTULO TERCERO


El que trata sobre los diarios acontecimientos que se suscitan en el transporte sanmarquino.


Palabras Claves:
cola, burro, administrativos, tiempo, alboroto, lentitud, tardones, aplastados, asientos, mochilas, chofer, griterío, hedor, roces, separatas, espera, transporte.



Artículo Primero:


Durante todo el año –a excepción de los días no laborables por ser feriados, fines de semana o algún acontecimiento excepcional- aquellos que se proclaman auténticos estudiantes de la distinguidísima decana de América, se transportan diariamente en una serie de ómnibus catalogados bajo los distintivos de BURROS.
Es pues una labor valerosa, fastidiosa, que requiere de temple y firmeza en el carácter y en el cuerpo. Viajar en el burro es una proeza física, se tienen que aguantar los golpes sin querer, los roces oscilantes –que también son “sin querer”-, los olores del compañero que no usó desodorante, los del camarada que esta mañana no le alcanzó el tiempo para usar pasta dental. Hay que soportar hora y media de aplastamiento físico y sensorial; hay que sobrellevar el adormecimiento de los miembros y la desfachatez de los administrativos que, no haciendo cola y llegando tarde, van más cómodos que quienes madrugamos para llegar temprano. Es una tarea digna de admirar.


Artículo Segundo:


Los BURROS son autobuses antiguos que, desde distintos puntos de la ciudad, trasladan -cual prole de gallinas que dirigen al terminal- a los estudiantes, desde los paraderos acordados, a la respectiva ciudad universitaria.
Existen esencialmente cuatro “burros” –aunque ciertamente hay más que no se usan por estar “inhabilitados”-, distribuidos de acuerdo a los conos existentes en la poluta Lima: norte, sur, este y oeste. Los horarios en que se emplean –que no son exactamente los que corresponden a las necesidades inmediatas- son:
  • Por las mañanas, desde las 6:40 a.m. (En verdad los estudiantes están allí –para coger un asiento- casi una hora antes).
  • Por las noches, desde las 7:00 p.m. (Aquí es más complicado, ya que la espera estudiantil se inicia con dos horas de anticipación).
  • Adicionalmente, dentro del campus, el burrito se transporta cada quince minutos, recorriendo las diversas áreas –demolidas en su mayoría- de la casa de estudios.


Artículo Tercero:

Sobre la forma en que es abordado matinalmente el burrito.

Se debe advertir que sólo se toma como experiencia máxima la que el autor de este escrito a vivenciado, que es la del como sur, en la cual viaja habitualmente.

Grandísima cantidad de personas anuncian –desde altas horas de la mañana- la presencia del transporte sanmarquino. Maquinalmente, se van formando uno detrás de otro, hasta componer la gran fila que dentro de un momento, intentará penetrar en tan reducido espacio vehicular. Luego, cuando ha transcurrido cerca de media hora desde que el primer avezado llegó (usualmente es un cachimbo) y cuando faltan apenas cinco excesivos y tormentosos minutos para que llegue el transporte ya antes nombrado, llegan los diferenciados administrativos.

Es este el momento de la rabia, la ira contenida, la frustración, la decepción y el desengaño: pobre estudiante que ha llegado temprano, hoy –igual que ayer- no alcanzará asiento. Después de que los administrativos usurpen el lugar que legítimamente le corresponde al sanmarqino, recién se iniciará el ascenso estudiantil. La inmensa cola humana ambicionará –aunque muchas veces fracase en el intento- ingresar en su totalidad al viejo transporte: está de más decir que un ómnibus, cuyo contenido es para ochenta personas –esto contando inclusive a los que van de pie-, pueda albergar ciento veinte. Muchos compañeros se quedaran sin viaje gratis.


Artículo Cuarto:

Una vez adentro, se da inicio a la pluriculturalidad juvenil, peruana, estudiantil, sanmarquina.

Mientras que una joven leerá su separata de teoría exponencial sobre cálculo infinitesimal equivalente, un par de amigos discutirán sobre qué compañera tiene mejores piernas; otras dos practicarán inglés; un adolescente cantará a viva voz su rock estridente, producto de la tecnología auditiva que le compró su papá. Más al fondo habrán quienes discutirán sobre política universitaria, mientras que el compañero de al lado estará durmiéndose en pie; estarán los que memorizan la última clase, los que duermen desgarradamente, aquellos que leen sobre el hombro del compañero y los que se aburren con el trayecto.

Pasada una hora -poco más, poco menos (dependiendo de qué ruta tome el chofer)- se llegará a la ilustrísima San Marcos, decana de América.


Artículo Quinto:

Cuando los miembros están ya adormecidos, cuando la sangre ya no circula por el cuerpo, cuando ya el hedor se ha familiarizado. Las puertas se abrirán y empezará el descenso estudiantil. Poco a poco la masa irá bajando, en determinados puntos del campus el estudiante irá asimilándose al paisaje universitario: unos bajarán corriendo para llegar a desayunar en el comedor, otros irán –también corriendo- a estudiar aquello que no alcanzaron en el bus, algunos se quedarán en el burro dispuestos a realizar todo el recorrido interno, pues necesitan descansar por el trayecto en que estuvieron sin sentarse.


Artículo Sexto:

Se espera que con estos modestos comentarios, el lector pueda entender, asimilar y respetar a todos aquellos héroes que emplean asiduamente el servicio de transporte de la universidad San Marcos. Asimismo, se espera también la poca resignación, la carente paciencia y la falta de tolerancia para los compañeros que usan el burro y que se amilanan ante las imprecaciones impropias e ilegítimas de tan virulentos trabajadores.

Por lo demás, se recomienda tranquilidad, un poco de esperanza y unas cuantas gotas de silente ironía para afrontar tanta cosa curiosa que nos pasa.


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REVÍSESE TAMBIÉN:

Pentacálogo Sanmarquino: INTRODUCCIÓN.

Pentacálogo Sanmarquino: PRIMERA PARTE.

Pentacálogo Sanmarquino: SEGUNDA PARTE.

4 comentarios:

Cesar Antonio Chumbiauca dijo...

Aguantar las Curvas... Me pregunto ¿qué héroe de tantos que suben en el burro se habrán salvado de ellas?

Nadies dijo...

Héroes aplastados, héroes desplazados.

Ye he visto Coasters con los administrativos. No entiendo por qué tomar el burro y hacer parar a los estudiantes.

Seguro un grasiento hombre de oficina no deja que una señorita se siente, yla deja viajar parada, para ser punteada arbitrariamente por los mañosos ocasionales.

Esto es Perú, muchachos.

Pablo Villanueva H. dijo...

Yo lo dije hace un tiempo: "bajémonos" a todos los administrativos, menos a la adorada Madelein.
Saludos!!!

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Compañeros míos:

Si tuviéramos que pensar en las curvas grasientas, poco soportables, administrativamente pedantes... ni siquiera la mismísima Madeleine se salvarìa.

Por otro lado, Sí EPIDEMOR, esto es Perú... pero me resisto a seguir soportándolo pasivamente.

Además, mi estimado GRUNGE, creo darle la razón emn bajarnos a todos los vagonetas que dicen administrar nuestro espacio diario.

Por último, CÉSAR, yo creo que Ud. y yo somos un par de fieles sobrevivientes de tantas curvas que nos da el burro, nos dió y nos darà el burrito.