Hoy no va a ocurrir nada


Hoy no va a ocurrir nada. Las señales que marcamos en las puertas no nos salvarán de la peste. No servirán los cánticos que creamos para no enfadar a dios. Mis manos no te humedecerán esta tarde. Y ella no sonreirá al recibir su regalo. Hoy no va a ocurrir nada. Tus delicadezas de puta instaurada no terminarán por convencerte. El llanto del niño sin padres nos conmoverá. Y al anochecer, no habrá luna. Hoy no va a ocurrir nada. Lara no encontrará refugio para esconderse. Esteban no morirá ahogado. Hebaristo no se consumirá de amor. A Leopoldo no lo engañará su mujer. Alejandra no le volará los sesos a sus padre esta noche. Yerma tendrá un hijo. Martín no acuñará tropos. Y él leerá tu saludo de cumpleaños con una sonrisa de superioridad: pobre niña estúpida que aún cree en mí. Hoy no ocurrirá nada. Los asesinos se tomarán un descanso. El robo fiscal tendrá bajas. Ninguno gemirá. No habrá sangre en la escena del crimen. No habrá agua para beber; preservativos para usar; vida para joder. Estaré cansado, celoso, absurdo. Estarás muerto, distante, incierto. Estará neutral, solo, sin lamentos. Estaremos sufriendo, llorando y contentos. Hoy no va a ocurrir nada... mañana tampoco.


2 comentarios:

Cesar Antonio Chumbiauca dijo...

Vivamos un día a la vez.

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Imposible vivir todo un día, César. Creo que a las justas -con mucha exageración de mi parte- solo se viven unos minutos, unas cuantas horas del día. Lo que resta solo son muertes, rutinas, ocios o inclemencias... todos los rostros como se muestra el sobrevivir.

(Se me viene a la mente el ULYSSES de Joyce, todo un día (mentira, a las justas 12 horas) comprendido en 1000 páginas... tremendo y terrible)