D E J A R


Esta noche debería enmendar algunas debilidades.

Dejar, por ejemplo, el absurdo remordimiento por haber llegado lo suficientemente tarde y perder la oportunidad, o demasiado temprano como para esperar –con paciencia y disciplina– mi turno. Estas contriciones desestabilizan, hacen dudar los preceptos y terminan por humedecerme los párpados y resecarme el ánimo.

Abandonar el tabaco. Mis ojeras, los dientes cada vez más amarillos y los dedos callosos me lo piden. Cada día la insoportable toz matutina, los labios resecos y el asco generalizado, me reclaman con furia por los cigarrillos esfumados.

Olvidar mi lunático culto por los libros y empezar a regalarlos o venderlos (al fin y al cabo los libros no se forran y sí se pueden rayar, y su lectura en voz alta no es obligatoria).

Tirar a la basura mis viejos cassettes que jamás volveré a escuchar y que hoy son tragados por el polvo. Romper esas cajas de zapatos donde guardo piedras extrañas, una flor plastificada y el misal con el que mis antepasados rezaron alguna vez.

Desechar las míseras enciclopedias de a sol que me regalaron para estudiar y de donde no aprendí mucho; los recuerdos que nunca sucedieron y que me empeño en contar; mis medias verdades y mis ingenuos números de suerte.

Dejar a molicie y a necedad. Olvidar mis orgullos y las canciones de Silvio, Drexler y Einaudi.

Dejar de creer que haremos algo.

Dejar de escribir estas líneas.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya hemos dejado mucho en este camino y cuánto más hemos de dejar, con cierta esperanza, de que otros lo vean y nos reconozcan en ello.
Entiendase que todo aquello que se puede o debe DEJAR nos conforma tanto como el pasado en el que se quedan.

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Discrepo con la última parte... lo que dejamos no nos conforma. El pasado no nos conforma. Los objetos, actitudes, debilidades y pensamientos que he dejado, muchas veces han terminado por dolerme. En todo caso, diría que lo dejado solo termina por remorderme la conciencia, al preguntarme si fue correcto o no haber dejado todo eso.

¿Valdrá la pena?

Octavia dijo...

Dicen..que luego uno obtiene su recompensa, será verdad?
Yo aún espero la mia

Cesar Antonio Chumbiauca dijo...

Dejarlo todo de un golpe, ¿en un arrebato? Dejar precisamente esas cosas que han hecho tu esencia, tu hombre, tu forma humana, tu historia individual. Si buscas la renovación del espíritu, sus nuevos bríos, pues hazlo, está bien; mas ten cuidado, no rompas la cuerda, desátala. Recuerda que estas -al igual que yo y todo el mundo- con la cuerda colgando y parado sobre una silla llamada "vivir".

mareva mayo dijo...

Oigo sus candados sobre la carne
siento el gozo de poder morir ahora mismo
lamo el acero de las puertas cerradas
pero no hablaré de lo olvidado
hasta que no pueda ver como agonizan las veces que espere aquel vuuelo

Anónimo dijo...

Lo que dejamos en el camino también nos conforma, hombre extraño. Aquellas partículas que conforman la herida de nuestro rostro son nuestras. Recordaremos: hemos sido eso antes de que vuelva a surgir piel sana.

(+_+) ... dijo...

en mi caso no me arrepiento de haber dejado nada... es como el equipae si dejas algo' puedes llevar otra cosa...

Anónimo dijo...

dar sin esperar nada a cambio , puede ser uno de mis lemas.....y entonces solo entonces ,sentimos ............el nacimiento de lo nuevo,renovando los pensamientos, llenando de esperanza la vida..........