Cuestionable MORALIDAD.


A veces creo que la moral está demasiado quebrantada en mí.

La ética que de niño se me inculcó y que cuando joven creía intachable, ha sido desterrada de esta patria infatigable, ha sido apaleada por mis deseos, mis furias, mis mañas.

La vulnerabilidad se muestra recurrente, es bastante fácil hacerme infringir normas, prohibiciones y juramentos.

Mentiras sin remordimiento, infidelidades cuestionables, robos sin pudor, falacias sin honor, manipulación, opresiones, conveniencias... todo ello se junta en cierta capa que me hace pedantemente incuestionable, infatigablemente falso, miserablemente humano.

Me atormentan. Por las noches me pregunto hasta cuando voy a continuar con estas mañas que entorpecen mi andar, con estas caretas que tanto agradan a mi ánimo, con estos deseos incontrolables, con estas necesidades que poco a poco corroen lo último de bondad, de verdad que queda en mí.

Pero me siento bien. A veces descubro que el robo, la mentira o la manipulación endiosan mi estado, fortifican mis fundamentos, establecen cierta cualidad de hacerme y creerme superior a los demás.

En fin... espero que pronto se acabe.

Húmeda Ignorancia

A GOTA,
que humedeció este recóndito espacio de existencia humana:


Estos tiempos son implacablemente extraños, caminamos juntos y separados, fumamos un cigarrillo comunitario, riéndonos de la libertad y proponiendo divagaciones que en sus ojos se volverán conatos de ideas.

Los lamentos ya se han acabado, anoche se empezó a construir, ya no importa definir la libertad; sólo basta una sonrisa, un apretón de manos sinceras, no vacilar en el grito, levantar el brazo izquierdo y reír como un animal en libertad...

Los cantos ya están escritos, las miradas están prestas a anunciar el futuro, tus ojos me avecinan bienestar y mi guitarra se ha vuelto el bastión desde donde podríamos alabar a dioses inexistentes, impronunciables.

Aún con todo, mujer, yo no sé qué se tiene que hacer. No sé si se deba dejar huella o si se tiene que esculpir el plano del futuro; no sé si tenemos que matarnos para poder vivir; yo no sé si podré seguir soportando tus hazañas, si seguiré venerando tu locura, o si terminaré destruyendo mi dolor.

Yo no sé si el camino va a durar mucho o si mañana mismo terminaremos con tanta joda; no sé si tus pinceles se volverán espadas desde donde matarás desesperanzas, llantos y perdiciones.

Yo no sé si tus poemas se intensificarán como hielo presto a quemar, presto a derretirse; no sé si las quejas se volverán justas, no sé si el tiempo ha dejar de jodernos tanto; no sé si el sexo se librará de su madrastra tabú; no sé si podríamos descubrir nuevos colores, nuevos elementos, nuevas vidas.

Yo no sé,
pero aún sin saber,
desconociendo el camino,
me aventuro a seguir...

Te invito a que tú también sigas...

Extrañamente feliz...

"...Y soy feliz, soy un hombre feliz
y quiero que me perdonen,
por este día,
los muertos de mi felicidad..."


Pequeña serenata diurna
(S. R. D.)

***

Hoy me siento extrañamente feliz... Las nostalgias se han ido, los recuerdos malsanos han dejado de virulentar mis posiciones acríticas... en fin, existen hoy ciertos motivos para sentirme alegremente estable.

Será tal vez el canto de la niña, quizás lo provocarán tus ojos terriblemente sinceros, o tal vez sean tus promesas casi cumplidas.

Y a pesar de que el mundo se cae por pedazos, ahora en que los tiempos se han vuelto sombríos; incluso en estos momentos en que los hombres con saco nos quieren robar la lucha pura... yo soy feliz.

NO sé que provoca mi felicidad limitada, no entiendo qué poder sobrenatural ha hecho que esta mañana me sienta con fuerza, con ganas, con ansias de reír, de cantar, de pregonar la felicidad.

Habrá que hacer algo con ella entonces, tendré que mostrarla, enseñarla, compartirla...


Espero puedan comprenderla

Curiosamente madre

La mujer abrió la puerta y encontró semidesnudo a un hombre que le era extraño. Se encontró también a su hija, que trataba de ponerse -con torpes movimientos acrecentados por la vergüenza de quién ha sido descubierto- el negro sostén que yacía en el suelo, no logró enganchar el escurridizo prendedor y las tiras se matuvieron abiertas.

Él, algo avergonzado por la húmeda bragueta abierta, sólo atinó a decir un inservible e inoportuno BUENAS TARDES SEÑORA. La madre enrojeció, pareció que iba a hablar, a decir algún reproche; su gesto evidenciaba que acto seguido gritaría, reclamaría la obsenidad cometida. Probablemente lo más esperado hubiese sido que largara al joven -que aún mantenía la excitación físicamente visible-, que lo insultara y hasta -porqué no- lo golpeara.

Pero no hizo eso, frunció el ceño y, dejando la cartera en el lugar acostumbrado, entró a la cocina. El joven miró a la chica rápidamente, cogió su polo, abotonó el jean y cuando iba a pronunciar el sincero, escapatorio, terminante "mañana hablamos", apareció la madre.

Dejó un paquete de condones en la mesa de centro y cogiendo la cartera, les dijo de lo más natural, sin avergonzarse: "Vuelvo en la noche". Se fue y ellos quedaron sorprendidos.

Los cuerpos de los jóvenes continuaron amándose...

Pentacálogo Sanmarquino: TERCERA PARTE.


TÍTULO TERCERO


El que trata sobre los diarios acontecimientos que se suscitan en el transporte sanmarquino.


Palabras Claves:
cola, burro, administrativos, tiempo, alboroto, lentitud, tardones, aplastados, asientos, mochilas, chofer, griterío, hedor, roces, separatas, espera, transporte.



Artículo Primero:


Durante todo el año –a excepción de los días no laborables por ser feriados, fines de semana o algún acontecimiento excepcional- aquellos que se proclaman auténticos estudiantes de la distinguidísima decana de América, se transportan diariamente en una serie de ómnibus catalogados bajo los distintivos de BURROS.
Es pues una labor valerosa, fastidiosa, que requiere de temple y firmeza en el carácter y en el cuerpo. Viajar en el burro es una proeza física, se tienen que aguantar los golpes sin querer, los roces oscilantes –que también son “sin querer”-, los olores del compañero que no usó desodorante, los del camarada que esta mañana no le alcanzó el tiempo para usar pasta dental. Hay que soportar hora y media de aplastamiento físico y sensorial; hay que sobrellevar el adormecimiento de los miembros y la desfachatez de los administrativos que, no haciendo cola y llegando tarde, van más cómodos que quienes madrugamos para llegar temprano. Es una tarea digna de admirar.


Artículo Segundo:


Los BURROS son autobuses antiguos que, desde distintos puntos de la ciudad, trasladan -cual prole de gallinas que dirigen al terminal- a los estudiantes, desde los paraderos acordados, a la respectiva ciudad universitaria.
Existen esencialmente cuatro “burros” –aunque ciertamente hay más que no se usan por estar “inhabilitados”-, distribuidos de acuerdo a los conos existentes en la poluta Lima: norte, sur, este y oeste. Los horarios en que se emplean –que no son exactamente los que corresponden a las necesidades inmediatas- son:
  • Por las mañanas, desde las 6:40 a.m. (En verdad los estudiantes están allí –para coger un asiento- casi una hora antes).
  • Por las noches, desde las 7:00 p.m. (Aquí es más complicado, ya que la espera estudiantil se inicia con dos horas de anticipación).
  • Adicionalmente, dentro del campus, el burrito se transporta cada quince minutos, recorriendo las diversas áreas –demolidas en su mayoría- de la casa de estudios.


Artículo Tercero:

Sobre la forma en que es abordado matinalmente el burrito.

Se debe advertir que sólo se toma como experiencia máxima la que el autor de este escrito a vivenciado, que es la del como sur, en la cual viaja habitualmente.

Grandísima cantidad de personas anuncian –desde altas horas de la mañana- la presencia del transporte sanmarquino. Maquinalmente, se van formando uno detrás de otro, hasta componer la gran fila que dentro de un momento, intentará penetrar en tan reducido espacio vehicular. Luego, cuando ha transcurrido cerca de media hora desde que el primer avezado llegó (usualmente es un cachimbo) y cuando faltan apenas cinco excesivos y tormentosos minutos para que llegue el transporte ya antes nombrado, llegan los diferenciados administrativos.

Es este el momento de la rabia, la ira contenida, la frustración, la decepción y el desengaño: pobre estudiante que ha llegado temprano, hoy –igual que ayer- no alcanzará asiento. Después de que los administrativos usurpen el lugar que legítimamente le corresponde al sanmarqino, recién se iniciará el ascenso estudiantil. La inmensa cola humana ambicionará –aunque muchas veces fracase en el intento- ingresar en su totalidad al viejo transporte: está de más decir que un ómnibus, cuyo contenido es para ochenta personas –esto contando inclusive a los que van de pie-, pueda albergar ciento veinte. Muchos compañeros se quedaran sin viaje gratis.


Artículo Cuarto:

Una vez adentro, se da inicio a la pluriculturalidad juvenil, peruana, estudiantil, sanmarquina.

Mientras que una joven leerá su separata de teoría exponencial sobre cálculo infinitesimal equivalente, un par de amigos discutirán sobre qué compañera tiene mejores piernas; otras dos practicarán inglés; un adolescente cantará a viva voz su rock estridente, producto de la tecnología auditiva que le compró su papá. Más al fondo habrán quienes discutirán sobre política universitaria, mientras que el compañero de al lado estará durmiéndose en pie; estarán los que memorizan la última clase, los que duermen desgarradamente, aquellos que leen sobre el hombro del compañero y los que se aburren con el trayecto.

Pasada una hora -poco más, poco menos (dependiendo de qué ruta tome el chofer)- se llegará a la ilustrísima San Marcos, decana de América.


Artículo Quinto:

Cuando los miembros están ya adormecidos, cuando la sangre ya no circula por el cuerpo, cuando ya el hedor se ha familiarizado. Las puertas se abrirán y empezará el descenso estudiantil. Poco a poco la masa irá bajando, en determinados puntos del campus el estudiante irá asimilándose al paisaje universitario: unos bajarán corriendo para llegar a desayunar en el comedor, otros irán –también corriendo- a estudiar aquello que no alcanzaron en el bus, algunos se quedarán en el burro dispuestos a realizar todo el recorrido interno, pues necesitan descansar por el trayecto en que estuvieron sin sentarse.


Artículo Sexto:

Se espera que con estos modestos comentarios, el lector pueda entender, asimilar y respetar a todos aquellos héroes que emplean asiduamente el servicio de transporte de la universidad San Marcos. Asimismo, se espera también la poca resignación, la carente paciencia y la falta de tolerancia para los compañeros que usan el burro y que se amilanan ante las imprecaciones impropias e ilegítimas de tan virulentos trabajadores.

Por lo demás, se recomienda tranquilidad, un poco de esperanza y unas cuantas gotas de silente ironía para afrontar tanta cosa curiosa que nos pasa.


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REVÍSESE TAMBIÉN:

Pentacálogo Sanmarquino: INTRODUCCIÓN.

Pentacálogo Sanmarquino: PRIMERA PARTE.

Pentacálogo Sanmarquino: SEGUNDA PARTE.

Obsesiones


Gabriela pregunta sobre mis obsesiones, hasta antes de tu interrogante, no había indagado sobre estas insuficiencias que me hacen un hombre apasionado, instintivamente bueno, un humano extraño...


***

Cuando cumplí la mayoría de edad sentimental (que fue mucho antes de los dieciocho años), me percaté de ciertas inestabilidades que usurpaban el libre fluir de ese pensamiento tan trillado que se materializa en mis actos: sentí soledad, melancolía, energía a punto de estallar, me sentí grandemente pequeño, contradictorio, mentiroso, viviendo de una manera curiosamente humana. Fue exactamente ahí, que me percaté de la obsesión casi enfermiza que poseía, creo que la primera obsesión de la que me percaté, fue la que tuve con ser hombre.
Hablo de un hombre maduro, de un ser distinto. Yo intentaba ser serio, pensante, menos irónico, quería mostrar a los demás que mi edad mental era superior a la suya, quería enseñarles mis dotes, mis ganas, mis formas de actuar hombríamente... pero fracasé en el intento.

Decepcionado, me obsesioné con los placeres propios de mi edad: amistades fraudulentas, mujeres encantadoras, cigarrillos brevísimos, colores, formas, esencias misteriosas, frases divagantes... pero prontamente me aburrí de ellos.

La inestabilidad se convirtió en una forma de obsesión –ésta aún perdura-, pero gracias a ella descubrí otras obsesiones que desenmascararon ciertas caretas mías: teatro, desarrollo, sexo, reclamos, ironías, literaturas, cafés, silencio, dioses, hombres, finales...

Por estos tiempos –insolubles, angustiosos, alegremente melancólicos- ando obsesionado con cierto cantautor cubano, de nombre Silvio; además la otra noche me obsesioné con Saramago, con Rubén Darío, con Guayasamín y con los Hamilton.

Me obsesionan los versos trillados que repito, las viejas canciones que aún canto, las palabras paradójicas que tanto me gustan, las miradas compartidas, los besos en las frentes, el dulce y el amargo.

Me obsesionan los chocolates con maní, los helados de fresa, las manos de mi madre, la convicción de Amérika, la fuerza de la niña en la otra noche, las lágrimas en mi hombro de cierta mujer que me angustia, los cigarrillos, el vino barato sanmarquino.

Me obsesiona el desarrollo, los libros que leo y no entiendo, el futuro incierto, el pesado pasado, las libertades restringidas, el amor compartido, mi amigo Lumier y mi amigo Alfredo, los cuentecillos de Jesús, las palabras de aliento de Allison, las prometedoras frases de Víctor, el estilo de Cottos, la dulzura de ella.

Me obsesionan tus escritos mujer, la forma tan simplificada en que él concibe la vida, mi padre, los odios, las mentiras, la puta hambre. Me obsesiona vivir atormentado, las pesadillas nocturnas que no me abandonan, el cansancio, las cuatro horas de camino, la quinceañera de vestido rojo, zapatos negros, cabello húmedo y corazón roto.

Me obsesionan las complicaciones que me hago, las mariposas que cazaba de niño y que hoy me molestan, mis asesinos, el estúpido que manipuló a Paula, el estúpido que manipuló a María, el estúpido que manipuló a Lorena -ese soy yo-.

Me obsesionan los amantes -a la antigua usanza-, los poenas de verso libre, las conversaciones desahuciadas, mis manos, mi guitarra rota, mis acordes viejos, mi frente y mi camino.


Me obsesiono yo.


¿Qué hace falta para se me entienda?




Siento una extraña sensación de malestar que corroe mis públicas verdades; no quiero obstruirte ni impedirte nada, pero quiero que tú tampoco inhibas esa sensación de creación que siento al oler tus cabellos. Hoy me siento mal y no comprendo el para qué.

Tal vez sea un delirante divagador, a lo mejor será que otra vez he perdido la brújula de esta expedición, probablemente ya han empezado a notarse mis resquebrajadas falencias, mis añejos sentimientos, mis antiguas manos de curador innoble.

Odio, rencor, cual cólera homérica; pasión, descontrol, lanzamientos inequívocos que me pudren las caricias, que me matan los placeres, que me trastornan la lucidez… ¿Esto es libertad? ¿Este aletargamiento es creación? ¿Se puede creer que la noche se nos vuelve día con sólo imaginar?

¿Qué pretenderé ahora? ¿Qué hago con el aburrimiento? ¿Y el lugar que interpreté la otra noche? ¿Y las caricias nocturnas de cierta fémina del pasado? ¿Y las huellas en el pantalón? ¿Y la lengua, los labios, los senos, las costillas, la oscuridad, la belleza?

Tal vez sea mejor equivocarme otra vez… o tal vez no.

Desnutrición...

Respecto a la noche de ayer y sus desplantes, sus discusiones, sus roces, sus revelaciones, su ira, sus intercambios y sus liberaciones...


Los tiempos en que se han hecho las promesas son totalmente distintos a los que hoy asumimos. Tu cuerpo fértil de fémina sedentaria, hoy se me revela poco atrayente, tus senos ya han dejado de ser los mismos, ya no me hablan. Tus manos ya no recuerdan como acariciar el doloroso bálano de amor que alguna vez preparé para ti.

El inconsciente me penetra las entrañas, viola mis propuesta –absurdas en su mayoría- de cierto sistema creacional. Ya no pretenderé ofenderte, anoche me has revelado tus dulces, tristes y sinceros sentimientos, yo no he podido más que decirte mi única verdad llamada liberación.

Dependencias emocionales que hoy atormentan mi nostalgia, falsos sentimientos agotan a mi desencajada alegría, músicas que jamás entendí, fiestas a las que nunca concurrí.
Entonces no me quedará más que jugar con nuestra solitaria farsa, identificar escasos lugares donde escondernos de la gente que pueda ver nuestro sexo, tendré que aliviar a mis ganas con otras instancias, con otros vicios, con otras manos… así será mejor.

No pido disculpas, no exijo explicaciones –tampoco las voy a dar yo-, sólo pido que se recuerde lo que alguna vez dos seres intentaron acordar, lo que en alguna ocasión dos niños dijeron…

Espero que esta nueva ocasión no sea otro intento fallido.

Yo Camino... ¿Tú?

Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.


Al andar se hace camino


y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar...


Camus...

A propósito de La Peste, cortesía del político amigo depresivo:
Espero poder devolverte el libro.

***

"En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio."
Albert Camus

A Europa Roja...

YO TE QUIERO LIBRE
Silvio Rodríguez (Cuba) - 1983

Yo te quiero libre,
libre y con amor
libre de la sombra,
pero no del sol.

Yo te quiero libre,
como te viví
libre de otras penas,
y libre de mi.

La libertad tiene alma clara
y solo canta cuando va batiendo alas
vuela y canta, libertad
La libertad nació sin dueño
y yo quien soy para robarle cada sueno

Yo te quiero libre y con buena fe
para que conduzcas tu preciosa sed
Yo te quiero libre, libre de verdad
libre como el sueno de la libertad

La libertad, nació sin dueño
y yo quien soy para robarle cada sueno

Yo te quiero libre como te viví
libre de otras penas, y libre de mi

F r u s t r a c i o n e s

Nosotros somos los literatos frustrados.
Nosotros somos aquellos que le escribimos a la soledad, al amor, a la vida, a las mujeres que nunca nos hicieron caso. Somos los que asesinamos la regla práctica del escritor, somos los que aterramos la poética.
Nosotros somos los que nos colamos en las clases de García Miranda, de Mamani, de Zavaleta, de García Bedoya. Somos los que intentamos redactar, los que enfrentamos la vida con un cigarrillo, un lápiz y un un papel como gran escudo.
Nosotros somos los que pedimos libros prestados, los que buscamos lectores, los que robamos escritos imposibles al mísero bolsillo.
Somos el comunicador melancólico, el musical filósofo, el bibliotecólogo tierno, el amante lingüísta, somos el joven que busca.
Somos también lo bohemio, los que se ríen de los cursos, los infatigables reclamadores de la crítica, de la prosa, del amor.
Somos los que soñamos con nuestros poemoides, los que deliramos con los cuentecillos de Ribeyro, los que devoramos a García Marquez en la secundaria, los que nos enamoramos de una guitarra antes de enamorarnos de una mujer.
Somos los que juegan con la palabra, los que embaucan a los literatos sabios, los que no se cansarán de seguir escribiendo.
Nosotros somos los literatos frustrados.