A dónde habrá ido a parar todo...



En el comienzo, por el mismo lugar donde sale diariamente dios, no había nada. Nada que importe. Al atardecer, rítmicamente acompañábamos las sombras de nuestros muertos: un húmero convertido en flauta, un quijada sonora, ojos cristalizados que vibraban bien.

Por ese entonces las miradas aún no se evaporaban, no conocíamos los impares y solo contábamos de dos en dos. Los espejos aún no se inventaban, las voces no se negociaban… por esto mismo, todavía se mantenía la buena costumbre de respetar la soledad de cada uno, sobretodo cuando se le veía a alguien sentado solo, nadie se le acercaba: conversaba con su muerte.

Todavía cantábamos, nuestra sangre era fría. De las manos, todavía no se borraban los destinos. Decíamos hermanos y nuestras frases, nuestros utensilios, los mantos usados, el alfabeto aprendido y las melodías entonadas… aún no se vendían.
Recuerdo que solíamos juntarnos bajo la llovizna gris, frente a Dios para darnos calor, bebíamos agua y bastaba para calmar nuestro vientre. Presentábamos a nuestros hijos ante la madre mayor, que en la altura reina la noche. Andábamos desnudos, con las miserias expuestas a todos…

Retratábamos la vida en vasijas de barro, llorábamos la partida de algo, fornicábamos sin preocuparnos por la descendencia, no nos enfermábamos más que de olores. Si se rompía algo, dios lo reparaba. Si alguien desaparecía, alguien lo reemplazaba.
Esos tiempos eran armonía pura, simplicidad compleja.

Qué pasó con ellos…


A dónde habrá ido a parar todo…

7 comentarios:

S0y la Que No Buscas dijo...

Como siempre un gran post!!!

Me encantaria que se volviera a respetar la soledad de cada uno!

Saludos! XD

Gabriela Parra dijo...

Fue a parar...precisamente al mismo lugar a donde esta el Gran Dios del que hablas, el mismo del que aprendimos a juzgar y a tenerle miedo a la soledad, solo porque juzgando nos hacia mejores...y solos...eramos miseros cuerpos divagando por la vida, donde hablar con la muerte era inaceptablemente deplorable porque nos hacia descubrir la verdad de la vida.

Quien Dios sino nosotros?...solo la soledad puede proveer esas respuestas. La verdadera verdad del yo interno.

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Soy la que no buscas:

Creo que el respeto por la soledad de cada uno se inicia, justa e irónicamente, en uno mismo. Pero sí... sería interesante que se volviera a respetar la soledad de cada uno.

Fad3:

Ese mismo dios, el que creó al individuo, es el que mil años después nos expulsó del paraíso... ahora, nosotros, los ángeles caídos... a nuestros hijos, les enseñamos a volar.

http://palabrasuicida.blogspot.com/ dijo...

Texto poético religioso. Un dios omnipresente, da calor, repara y sale diariamente. Seres con destino y que solo viven de agua. Seres con miserias expuestas y reemplazables. Todo sigue allí, aunque con las armas mejoradas. Seguimos siendo reemplazables y las miserias aumentaron; seguimos fornicando sin preocuparnos por la descendencia. Y estamos más solos que nunca.

Lalau dijo...

Nos lo dio la confianza y el hombre creo la malicia, es ahí donde ha ido a parar todo...
Y la soledad aunque sin respecto, aun existe...

Buena publicación :D

Two Wrecked Minds Full of Thoughts dijo...

Houve um tempo onde vivíamos em um lugar como esse descrito em seu texto. Só me lembro das sociedades indígenas primitivas da América do Sul.

There was a time where we used to live something like that, that is described in your post. That reminds me the primitive aboriginal society in from south america.

MoiZés AZÄÑA dijo...

Se encuentra en alguna sábana, con la suerte de que el sueño se compadezca de uno y nos envuelva en la nota exacta para morir soñando. Y morir viviendo. Y morir viviendo en el sueño. Y soñar viviendo en el sueño. Y vivir muriendo en el sueño. Y en el sueño morir para seguir viviendo.

AZAÑA ORTEGA