SOBRE BLOGS


Nuevamente me ahondo por los senderos secretos de los blogs, este remoto y nebuloso espacio en la red.

Todo comienza por unas palabras en la bitácora digital de un conocido mío, la frase que han colocado a modo de comentario  me atrae, me cautiva. La sinceridad con que ha sido detallada y la ternura que expresa me conmueven. Ingreso a su perfil y la descripción previa que hace de su espacio me interesa, un cuadrito de Guayasamín a primera vista incrementa mis expectativas. Me dispongo a leer lo último que ha publicado.

La ilusión se destroza. Mi capacidad lingüística  -poca, pero digna- sufre un golpe directo. Me decepciono con lo que leo. La señorita que redactó tan bello elogio, que describió maravillosamente su espacio en la red, desata su pasión amorosa –un tanto descontrolada para mi gusto- en un escrito que carece de concordancia, que abusa de signos de puntuación, que abunda en errores ortográficos. Ni siquiera la foto que acompaña la entrada (en la que aparece el galanudo –espero que sea a quién va dirigida la entrada- abrazando fuertemente a la musa apócrifa) salva en algo su descrédito.

Reviso las entradas anteriores tratando de reivindicarla, pero sus post no me gustan y tengo que huir de esa zona. Vislumbro la columna de blogs que recomienda y me veo irremediablemente atraído por la foto de una mujer que aparece en diminutas prendas: minifalda blanca, polo de tiras negro con amplio escote, piel canela, cabello largo, cejas bien delineadas, labios finos, uñas limpias, manos sensibles, mente cálida, postura refinada… ¿todo esto se ve en la foto? podría decir que hasta me pareció saber que olía a jazmines, pero eso desacreditaría aún más este relato.

Ingresé a su blog y a diferencia del anterior, este no tenía faltas ortográficas, ni errores de concordancia, mucho menos excesivos e inútiles signos de puntuación… simplemente aquí no había ninguno de estos problemas, porque simplemente aquí, no había escrito nada. Todo el blog eran imágenes, fotos de la mujer llamada Karen (esto como dato para los pervertidos que, después de leer fervientemente este excrito, intenten buscarla por la red bloggera). Habían fotos de Karen sentada, con ropa, acompañada, sin ellas (aquí me refiero a sin la ropa y sin compañía), de espalda, en la playa, en la nieve y un centenar de posiciones más de aquella agraciada y talentosa señorita fotogénica.

Llamó excesivamente mi atención, el comentario procaz que un joven hizo a una de las imágenes que más me gustó. En esta imagen, Karen aparecía en un cuarto semioscuro, dónde las partes más codiciadas de su cuerpo eran cubiertas por unas telas semitransparentes… en fin, creo que  en la mayoría de fotos, se le debería dar mucho del crédito al fotógrafo, más que a la sensualidad de Karen. Es por esto que, al colocar mi comentario, este estuvo orientado solamente –aunque muchos no me hayan creído (“¿Qué… le pusiste solo eso? No te creo”)-  a elogiar las aptitudes fotográficas del experto (prefiero creer que era hombre quien tomaba las fotos, esto lo hace más excitante),

El atrevido comentario rezaba más o menos así: Asu… pero qué rica que estás mamita, cuando nos encontramos para… (Esta parte del comentario no la voy a  transcribir, aún existe en mí un poco –muy poco- de pudor, que me impide colocar la obscenidad de forma completa)”. Si bien el comentario me asombró bastante, mi impresión fue mayor al deducir que Karen no había borrado el comentario porque, o había sido bastante tolerante con el amigo comentarista, o simplemente su ingenuidad de bloggera novata no se había percatado del mencionado “elogio”.

Ingresé al blog del comentador osado; su bitácora consistía básicamente en una serie de reflexiones existenciales sobre el rumbo de la vida, de su vida. Era irónico ver esa postura pesimista de la vida, retratada en una plantilla con fondo negro y letras blancas, y saber que ese mismo tipo, le había propuesto tamaña guarrada a la fotogénica Karen.

Deambulo por varios blogs, casi todos similares, con muchos seguidores, con inmensidad de comentarios, con demasiadas páginas recomendadas… estos son los que detesto (tal vez por prejuicios estúpidos, celos o envidias), desierto de todos ellos sin prestarle la más mínima atención.

Por fin ingreso a un blog que me gusta, es una argentina que coloca un cuadro curioso a modo de foto personal, un poema suyo me emociona, se lo elogio. Su poema habla de vida, de un pesimismo necesario para afrontar la realidad, de una esperanza mayor a nuestros deseos… me conmueve.

Después de un largo paseo, regreso a mi blog, con la plantilla nueva, con esos otros espacios que se recomiendan, con esos personajes ya acostumbrados a comentar por aquí. Leo un párrafo de algo que he publicado e instantáneamente  lo aborrezco, me parece tan trivial, tan superfluo; me avergüenzo de lo excrito, me avergüenzo del blog… me dan ganas de borrar esas entradas, de prohibir el ingreso a alguien que no sea más que yo. Pienso sobre este pasatiempo en el que últimamente me he visto inmerso, medito sobre el escribir algo para que lo lea quién sea y lo comente quien quiera. Cuándo terminaré aburriéndome, cuándo me cansaré de postear estas barbaridades. Tal vez un día de estos termine clausurando este espacio…

4 comentarios:

Gabriela Parra dijo...

Sabes, eso suele suceder -lo de querer suprimir el blog digo- mas de lo que se desearia, a veces es...em, porque ya basta de escribi acerca de lo mismo o que nada cambie por ser expresado (si alguien tiene esta percepcion).
Pero vale la pena...muy a la final, vale la pena totalmente,
alguien se puede identificar con lo que uno escribir, y simplemente aliviarle en el momento.

Laura Rosales dijo...

a veces también quisiera suprimir el mio, pero se ha convertido en un espacio donde dejar las catarsis. en el preciso momento cuando escribo es genial.. después cuando lo visito, llego al punto del vómito.

saludos y gracias por pasar

Nocturna dijo...

No vale que lo haga.

Un beso Oswaldo.

MoiZés AZÄÑA dijo...

A quién no le ha llegado al pincho el blog. Quién no ha querido eliminarlo. «Que levante la mano...