Nuevamente me ahondo por los senderos secretos de los blogs, este remoto y nebuloso espacio en la red.
Todo comienza por unas palabras en la bitácora digital de un conocido mío, la frase que han colocado a modo de comentario me atrae, me cautiva. La sinceridad con que ha sido detallada y la ternura que expresa me conmueven. Ingreso a su perfil y la descripción previa que hace de su espacio me interesa, un cuadrito de Guayasamín a primera vista incrementa mis expectativas. Me dispongo a leer lo último que ha publicado.
La ilusión se destroza. Mi capacidad lingüística -poca, pero digna- sufre un golpe directo. Me decepciono con lo que leo. La señorita que redactó tan bello elogio, que describió maravillosamente su espacio en la red, desata su pasión amorosa –un tanto descontrolada para mi gusto- en un escrito que carece de concordancia, que abusa de signos de puntuación, que abunda en errores ortográficos. Ni siquiera la foto que acompaña la entrada (en la que aparece el galanudo –espero que sea a quién va dirigida la entrada- abrazando fuertemente a la musa apócrifa) salva en algo su descrédito.
Llamó excesivamente mi atención, el comentario procaz que un joven hizo a una de las imágenes que más me gustó. En esta imagen, Karen aparecía en un cuarto semioscuro, dónde las partes más codiciadas de su cuerpo eran cubiertas por unas telas semitransparentes… en fin, creo que en la mayoría de fotos, se le debería dar mucho del crédito al fotógrafo, más que a la sensualidad de Karen. Es por esto que, al colocar mi comentario, este estuvo orientado solamente –aunque muchos no me hayan creído (“¿Qué… le pusiste solo eso? No te creo”)- a elogiar las aptitudes fotográficas del experto (prefiero creer que era hombre quien tomaba las fotos, esto lo hace más excitante),
El atrevido comentario rezaba más o menos así: “Asu… pero qué rica que estás mamita, cuando nos encontramos para… (Esta parte del comentario no la voy a transcribir, aún existe en mí un poco –muy poco- de pudor, que me impide colocar la obscenidad de forma completa)”. Si bien el comentario me asombró bastante, mi impresión fue mayor al deducir que Karen no había borrado el comentario porque, o había sido bastante tolerante con el amigo comentarista, o simplemente su ingenuidad de bloggera novata no se había percatado del mencionado “elogio”.
Por fin ingreso a un blog que me gusta, es una argentina que coloca un cuadro curioso a modo de foto personal, un poema suyo me emociona, se lo elogio. Su poema habla de vida, de un pesimismo necesario para afrontar la realidad, de una esperanza mayor a nuestros deseos… me conmueve.
Después de un largo paseo, regreso a mi blog, con la plantilla nueva, con esos otros espacios que se recomiendan, con esos personajes ya acostumbrados a comentar por aquí. Leo un párrafo de algo que he publicado e instantáneamente lo aborrezco, me parece tan trivial, tan superfluo; me avergüenzo de lo excrito, me avergüenzo del blog… me dan ganas de borrar esas entradas, de prohibir el ingreso a alguien que no sea más que yo. Pienso sobre este pasatiempo en el que últimamente me he visto inmerso, medito sobre el escribir algo para que lo lea quién sea y lo comente quien quiera. Cuándo terminaré aburriéndome, cuándo me cansaré de postear estas barbaridades. Tal vez un día de estos termine clausurando este espacio…
4 comentarios:
Sabes, eso suele suceder -lo de querer suprimir el blog digo- mas de lo que se desearia, a veces es...em, porque ya basta de escribi acerca de lo mismo o que nada cambie por ser expresado (si alguien tiene esta percepcion).
Pero vale la pena...muy a la final, vale la pena totalmente,
alguien se puede identificar con lo que uno escribir, y simplemente aliviarle en el momento.
a veces también quisiera suprimir el mio, pero se ha convertido en un espacio donde dejar las catarsis. en el preciso momento cuando escribo es genial.. después cuando lo visito, llego al punto del vómito.
saludos y gracias por pasar
No vale que lo haga.
Un beso Oswaldo.
A quién no le ha llegado al pincho el blog. Quién no ha querido eliminarlo. «Que levante la mano...
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