Decálogo del perfecto cuentista


Reviso el blog de un extraño conocido y recuerdo aquel singular y preciado reglamento que alguna vez hallé. 

Recuerdo que José C. me había hablado de El almohadón de plumas, y que en su interminable emoción -algo enredada- por narrar el relato de Quiroga, terminó contagiándome cierta intriga por el autor. Poco tiempo después, un enigmático Franz-en-grises completó la hazaña provocadora, al introducirme por completo en la inseguridad de no poder seguir hablando, leyendo o pensando sin antes haber leído "Cuentos de amor de locura y de muerte".

Recuerdo entonces que emocionado me fui al oasis cuasi paradisíaco llamado Amazonas -para ese entonces Quilca ya había empezado a copiar los modos caros, el estilo respingado y el precio exorbitante de Crisol, El virrey, La familia-. Allí encontré una buena edición de Mestas -aunque Víctor la desprecie, es una respetable editorial-, pero me sorprendí tremendamente cuando ya en casa, leyendo el prólogo de un tal Golocheca, este mencionaba el DECÁLOGO DEL PERFECTO CUENTISTA, escrito alrededor de 1927, por Horacio Quiroga.

Quedé impresionado por este escrito, que a modo de ironía, intenta ser una intensa sugerencia para aquellos que intentan -intentamos- escribir, redactar, parafrasear, desarrollar, ficcionar, crear.


DECÁLOGO DEL PERFECTO CUENTISTA:
(Horacio Quiroga, 1927)

I

Cree en un maestro -PoeMaupassantKiplingChejov- como en Dios mismo.

II

Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

III

Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia

IV

Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

V

No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra a dónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

VI

Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

VII

No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

VIII

Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

IX

No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino

X

No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.


12 comentarios:

Gustavo Ochoa Morán dijo...

Muy relevante el punto 9.
Nunca leí a Quiroga, será motivo.

Nadies dijo...

Creo que no es un decálogo muy bueno, pues es limitante, aunque es bastante lúcido, a lo largo de los años le he encontrado muchas falencias y puntos ciegos (lo había leído hace algunos años).

El de Ribeyro me parece mucho mejor, porque tiene un punto en el cual dice que mejor harás en no seguir el decálogo o hacer uno propio. Creo que esa es precisamente la labor del mentado "creador" ¿no?

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Muchas veces al tratar de redactar, escribir y porqué no, también crear, me he visto en la imperiosa necesidad de solo dejarme llevar por lo que creo sentir.

Habría que adicionar además que mi constante inestabilidad, casi anárquica, promueve en mí el rechazo a ciertas doctrinas y a determinados cánones que se imponen.

Es por eso que, a pesar de haber copiado y publicado el decálogo de Quiroga, no comparto en lo absoluto esa postura excéntrica y algo reducida de "decirte cómo se escribe". Pero yo creo que este no es el caso de Horacio, creo más bien -y no se cómo fundamentar sólidamente esta creencia- que el autor intentó mofarse y hasta criticar en algo esa trillada forma de decirte "cómo hacerlo".

Además, debo agradecerle Epidemor, el que haya pronunciado a Ribeyro y esa lista de sugerencias que desconocía. La buscaré.

Finalmente, rescato -a mi particular gusto- los puntos 2, 4, 5 y el 9 (en el que curiosamente concuerdo con Sfumato).

Ah y algo así como para contradecir el propio decálogo de Quiroga, una frase de él mismo:

"Solo porque sabes que una cosa es verdad en teoría, no la hace verdadera en la práctica".

Princessa dijo...

Gracias por tu post en mi blog y gracias por los consejos cuentistas.
Nos leemos!!

young_supersonic dijo...

MUCHAS GRACIAS POR TU ELOGIOSO COMENTARIO.
Y POR CÓMO TE CONECTASTE CON MIS PALABRAS Y ESCRIBISTE CASI UN FINAL PARA ESE RETAZO DE HISTORIA.

CUANDO PEQUEÑO LEÍ LOS CUENTOS DE LA SELVA DE HORACIO QUIROGA.
JAMÁS IMAGINÉ QUE HABÍA ESCRITO UN DECÁLOGO PARA SER UN BUEN ESCRITOR DE CUENTOS. Y ESTÁ NOTABLE.

SALUDOS.

Diva. dijo...

Quiroga...a mi me encanto cuentos de amor, de locura y muerte, pero solo eso, nunca leí mas de el, hasta ahora.
Muy de acuerdo con este señor y su decálogo.
Saludos.

Helí dijo...

yo creo en cortázar y para mi es un dios =D... sobre lo de escribir, yo en la poesía como en el cuento hago lo que deseo, no me limito, no me pongo a pensar en si sigo pautas o esquemas o tecnicas (que en realidad nose como se llaman siquiera)... cuando hago un cuento comienzo con una palabra o frase que me gusta y de ahí sigo como si caminara por una senda y me amoldara a las cosas que encuentre en el camino, pues cuando escribo jamás se realmente donde voy ni qué pisaré... igual me sucede al terminar, creo que en mi caso para mí escribir el cuento entero es una especie de revelación, como un susurro que te da tu alrededor y que te va sugiriendo cosas para la historia... supongo que es como saber que caminarás hacia cierto lugar y se te permite dar unos cuantos pasos al inicio para tomar tu dirección y de ahí se te colocara una venda en los ojos por lo que andarás avanzando a tientas, guiandote con todos los sentidos que te restan (y esos que solo aparecen en la desesperación) hasta llegar a tu meta.


bueno, eso creo xD

égona dijo...

gracias por el comment
yo sólo sé que me excita Herman Hesse y que sólo he escuchado en alguna clase colegialesca y muy decadente la verdad a Quiroga, no lo he leído y sí, ya hicimos eso del cuadrado pero juro que no toqué nadita

te leo señor literato, joder y yo que quiero estudiar literatura y mi vieja no lo pasa, NO LO PASA, maldición

Nadies dijo...

Perfecto punto, de hecho creo que el decáogo de Quiroga es una broma del día de los inocentes para quien intente seguirlo.

Tengo en un libro el decálogo de Ribeyro. Buscaré donde está y lo pondré en mi blog... si lo encuentras primero, pues mejor lo pones acá y lo comentamos :D

Saludos.

Pamela dijo...

Gracias por el regalito, me alegra q te guste Violeta Parra, no podia ser mas chilena =)

Volvere a leer tu blog con mas detencion, por el momento te dejo un abracito

. dijo...

El perfecto cuentista es tan perfecto que no cree en consejitos de otros... xq su orgullo no se lo permite. El sabe que será superior a Quiroga, a Rulfo, a Hemingway xq es simple y sencillamente un genio!

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Es cierto, el perfecto cuentista no creerá en los designios que sus colegas proponen, para que la pluma creativa deje de ser pluma y se convierta en ala (esta frase es de Azaña). Este será tan orgulloso que creerá que su método es el mejor, que sus cuentos son superiores, que sus recomendaciones (porque estoy seguro que el no escuchará concejos, pero si los dará) serán las más apropiadas.

Y vivirá engañado en su falso mundo, ficcionando el aire, contando los borregos de algún sueño olvidado. El solipsista artista no se tendrá en cuenta para su próximo cuento...

Felizmente que estos creadores no existen... ¿o sí?